EL HUMO INVISIBLE QUE NOS CONTAGIA
Respiramos «un humo invisible» que sale de la persona contagiada cuando estamos cerca o se acumula en lugares cerrados, recordó uno de los científicos que subrayó el papel preponderante que juegan los aerosoles en la pandemia. «Tenemos que tratar de no respirarlo. Las medidas para reducir el riesgo no son tan difíciles, pero no se hacen». Dijo en una entrevista con Télam el Investigador José Luis Jiménez.
El profesor de la Universidad de Colorado, Estados Unidos, y uno de los 239 científicos que pidieron a la Organización Mundial de la Salud (OMS) que reconociera el papel preponderante que juegan los aerosoles en la pandemia, Jiménez repasó algunos conceptos clave para mejorar los cuidados de cara a la segunda ola que enfrenta el país.
Sobre las formas de contagio, en los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos el año pasado, refieren que el contagio a través de superficies es difícil y hay cero casos probados.
La evidencia abrumadora está en el contagio por el aire, por respirar los aerosoles. Hay muchas pruebas de esto: los casos de supercontagio o la transmisión en larga distancia (por ejemplo en los hoteles de cuarentena como pasó en Nueva Zelanda), el hecho de que las personas sin síntomas (al no toser ni estornudar) simplemente emiten aerosoles y sabemos que contagian, o bien que la transmisión es mucho más alta en lugares cerrados que en espacios abiertos. Todo esto sólo se explica si el contagio se da a través del aire.
En las personas infectadas sale como un humo invisible que puede contener el virus con capacidad de infectar. Ese humo son los aerosoles respiratorios, son partículas muy pequeñas, invisibles, que se quedan flotando en el aire.
Ahora bien. ¿Cuándo respiras mucho de los aerosoles del otro? En dos situaciones: cuando estás muy cerca, sobre todo sin mascarilla (barbijo), o cuando compartes el aire en una habitación cerrada, porque el espacio cerrado atrapa el aire que esa persona está exhalando. Son dos situaciones muy comunes y frecuentes.
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¿Cómo podemos disminuir el contagio?
Todas las personas están exhalando este humo invisible y que nosotros tenemos que tratar de no respirarlo. Lo primero es hacer todo lo que se pueda al aire libre, con distancia y con mascarillas. Las clases, las reuniones de trabajo, las familiares, todo debería hacerse en esas condiciones.
La mascarilla tiene que estar bien pegada a nuestra cara, sobre todo alrededor de la nariz. Si todo el aire que respiramos pasa por la mascarilla, el virus puede quedar «pegado» a esa tela. La mascarilla tiene que usarse siempre en interiores o cuando entramos en sitios donde ha habido alguien o vendrá alguien después (así no le dejamos virus).
En exteriores, por ejemplo, en una terraza o en un patio, tengo que usarla si estoy a menos de dos metros de otra persona. Uno tendría que imaginarse que el resto está fumando y que, en la medida que uno puede sentir el olor del cigarrillo, entonces puede estar respirando los aerosoles que el otro exhala.
Si estoy en un espacio interior hay que reducir la cantidad de personas lo máximo posible y ventilar, que significa que el aire que está afuera ingrese y salga el aire contaminado.
El uso de alcohol en gel
Al principio de la pandemia se dijo mucho que se transmitía por contacto con superficies infectadas, entonces ver desinfectar las superficies da una sensación de seguridad que hoy sabemos que es falsa.
Ese miedo quedó y ahora cuesta mucho sacarlo; lavarse las manos está bien, todos estamos de acuerdo en esto, pero limpiar obsesivamente las superficies no ha servido para nada.
*Redacción: Télam | Investigador José Luis Jiménez
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Redacción y edición: Abigail de Jesús / Producción y cobertura: Marcos Altamirano
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